Ca´n Montenegro

Descripción

La estructura de la fachada de este edificio, también llamado Ca´n Despuig, refleja la tradicional división en tres plantas. La planta baja presenta dos portales adovelados de medio punto. Entre las dos puertas, destaca el gran escudo de la familia Despuig, con una lápida que conmemora el nombramiento de Ramón Despuig Martínez de Marcilla como gran maestre de la orden de San Juan de Malta (1737). La planta noble tiene cinco balcones de piedra con barandilla de hierro forjado. El porche es heterogéneo, con pilares octogonales en el centro, ventanas aljimez a la izquierda y arcos conopiales a la derecha.

El vestíbulo o entrada se encuentra cubierto por un artesonado de madera, y a partir de un arco rebajado sobre columnas toscanas, da acceso al patio, modificado y reducido, con los arcos rebajados de los laterales cegados y las columnas dóricas, al modo serliano, embebidas en un muro de construcción reciente. A la derecha hay un pozo de sección poligonal, adosado al muro. Al fondo, otro arco rebajado acoje la escalera, con barandilla metálica con el escudo de los Despuig, que sube al rellano del piso noble, abierto al patio en forma de galería de tres arcos de medio punto sostenidos por columnas toscanas, con balaustrada en la parte inferior.

Notas históricas

El rey Felipe IV otorgó en el año 1658 a Ramón Despuig Rocabertí, caballero de la orden de Calatrava y capitán de caballos y corazas del Reino de Mallorca, el título de conde de Montenegro. El mismo Ramón Despuig, por matrimonio con Melciora Martínez de Marcilla, consiguió para la casa Despuig el título de conde de Montoro. Uno de los personajes más destacados de esta familia fué el cardenal Antoni Despuig Dameto (1745-1813), ilustrado y gran benefactor de las artes.

El origen del edificio se remonta al siglo XV. En el año 1576 era propiedad de Miquel de Santjoan. A principios del siglo XVII pasó a la familia Despuig. Más adelante, se agregó una casa vecina que en 1576 era propiedad de Garau Pont y se realizó una profunda reforma que dió al conjunto un carácter barroco.

Según el inventario elaborado el año 1627, cuando pasó a ser propiedad de Ramón Despuig Santmartí, contaba con "sala de las casas grandes, sala de la calle, cuadra, cámara grande, recámara, capilla, entrada de la casa, tienda debajo de la sala que es del aceite, estudio de la capilla, estudio de la calle, establos y libreria" entre otras estancias. Desde la época del cardenal Despuig y hasta principios del siglo XX, el casal acogía una de las colecciones de pintura y objetos artísticos más importantes de Mallorca.

Según la "Lista electoral rectificada" del año 1864, la casa se encontraba en la manzana núm. 199 y era propiedad de D. Tomás Despuig Despuig "hacendado", con 25.258 libras de cuota. En la misma manzana, viviá D. Ramón Despuig Fortuny "hacendado", con 20.312 libras de cuota (AMP, 1060).

Referencias:

-Gambús-Massanet, 1987, 93

-Murray-Pascual, 1999, p. 141-144

-Patis de Palma: Ajuntament de Palma-Baltar & Associats, 2002, p. 109

-Valero, 2004, p. 182

-Catàleg Ajuntament de Palma, 2005.

George Sand y El mapa de Gabriel Valseca (Un invierno en Mallorca)

La escritora George Sand (París 1804-Nohant, Francia 1876) y el compositor polaco Frederic Chopin residieron en Mallorca de noviembre de 1838 al 13 de febrero de 1839; después de algún tiempo de residencia en Son Vent (Establiments), se alojaron en la Cartuja de Valldemosa, desamortizada poco antes. El libro de George Sand en el que narra sus vivencias mallorquinas, Un invierno en Mallorca, fué publicado en París en 1841.

El casal de Ca´n Montenegro, propiedad durante siglos de la familia Despuig, acogía una buena colección de arte y una interesante biblioteca. La escritora George Sand, en el invierno de 1838-1839, realizó una visita que acabó en un incidente que ella misma nos cuenta, relacionado con una carta náutica del mallorquín Gabriel Valseca, manuscrito de 1439, una obra maestra de la cartografía y de dibujo topográfico, que entonces, se encontraba en Ca´n Montenegro. George Sand nos cuenta el episodio que vivió en Ca´n Montenegro, especialmente con el mapa:

El palacio de que más se gloria Palma es el del conde de Montenegro, un viejo octogenario que había sido capitán general, uno de los personajes de Mallorca de nacimiento más ilustre y de fortuna más considerable. Este señor tiene una biblioteca que nos permitió visitar, pero allí no abrí ni un solo volúmen, por lo que no podría decir absolutamente nada de ella (de tanto como se acerca al terror el respeto que tengo por los libros), si un compatriota muy sabio no me hubiera avisado de la importancias de los tesoros delante de los cuáles había pasado con indiferencia, como el gallo de la fábula entre las perlas. (...)

Al transcribir esta nota, se me ponen los pelos de punta, porque me hace pensar en una escena terrible. Estábamos en esa misma biblioteca de Montenegro, y el capellán desenrollaba delante de nosotros aquella misma carta náutica, aquel monumento tan precioso y de tanta rareza, comprado por Américo Vespucci por 130 ducados de oro, y Dios sabe como por el aficionado a las antigüedades, cardenal Despuig...cuando a uno de los cuarenta o cincuenta criados de la casa se le ocurrió la idea de poner un tintero de corcho sobre uno de las esquinas del pergamino, para mantenerlo abierto sobre la mesa.El tintero estaba lleno, ¡lleno hasta arriba! El pergamino, acostumbrado a estar enrollado, y puede que impulsado en aquel instante por algún espíritu maligno, hizo un esfuerzo, un crujido, un salto, y se enrolló arrastrando el tinter, que desapareció dentro del rollo, saltando y quedando libre de cualquier traba. Se oyó un grito general: el capellán se puso más pálido que el pergamino. Desenrollaron lentamente el mapa, ¡acariciando todavía una inútil esperanza! ¡Qúé desgracia! ¡El titero estaba vacío! El mapa estaba inundado, y los bellos reyezuelos pintados en miniatura, navegaban literalmente por un mar más negro que el Pont-Euxin. En aquel momento todos perdieron la cabez. Creo que el capellán se desmayó. Los criados acudieron con pozales de agua, como se se hubiese tratado de un incendio, y gran grandes pasadas de esponja y escoba, se pusieron a limpiar el mapa,  se llevaron una mezcolanza de reyes, mares, islas y continentes.

Font: Sand, G. 1992: 88-90 / Valero, G.: Palma ciutat de narrativa,